Ya ha llegado el día. El sueño de poder formar una familia ya es real y la llegada de vuestro bebé es uno de esos momentos en la vida que se hacen imborrables. El «a quién se parecerá» y todas las dudas que durante nueves meses se plantean, dan lugar a momentos mágicos e irrepetibles como las primeras caricias, los sueños con sonrisas, también los primeros llantos, esa respiración que aparta el silencio hacia el confort y la seguridad de que todo está bien. Todo es perfecto. Empieza una cadena de etapas en que todo supone una primera vez tanto para los papis como para el bebé, y será único e inigualable. Es ahí donde la fotografía se convierte en el mejor apoyo para que la familia pueda volver a disfrutar con el paso del tiempo de esas sorpresas, esos momentos de felicidad plena.
La fotografía newborn o de recién nacido es una práctica que se lleva disfrutando bastante en los últimos años tanto para las familias como para los profesionales que nos dedicamos a ello. Cada recién nacido y cada familia tiene su propia historia y compartir esos momentos con nosotros es una gran suerte que crea responsabilidad, exigencia y tremenda pasión por el trabajo realizado.
En las sesiones de recién nacido se planea cada detalle con anterioridad y supone una auténtica disciplina, por lo que hay que tener presente una serie de pasos a tener en cuenta. Uno de ellos (y bastante importante) es cuándo hacer la sesión de fotos, el momento óptimo para que el resultado sea el más satisfactorio. Cada bebé es único y hay que partir de la base de que siempre dependeremos de ellos para llevar a cabo nuestro trabajo, de su ritmo y su bienestar. Lo más recomendable es realizarla entre los cinco y los quince primeros días de la vida del recién nacido ya que es cuando más duermen y más relajados están. Este factor es muy importante a la hora de realizar las posturas más tiernas de la fotografía newborn, necesitaremos que el bebé tenga un sueño profundo para conseguir la colocación deseada y el gesto más dulce.
Las sesiones de recién nacido son quizás de las más largas. Cada sesión puede durar de entre dos a cinco horas dependiendo de la cantidad de cambios y escenarios que vayamos a realizar, parando cada vez que el bebé necesite comer, dormir, o sentirse agusto y tranquilo. Es por ello que debemos armarnos de paciencia y cariño para que el resultado sea el mejor posible sin olvidar que son personitas frágiles, delicadas y muy tiernas. No hay que tener prisa, el confort del recién nacido es lo que debe predominar por encima de todo y lo que nos marcará nuestro propio trabajo.
Es recomendado reservar la sesión newborn durante el embarazo para asegurarnos la disponibilidad, aunque no es para nada inamovible. ¿Lo idóneo? Que la familia se encuentre en casa, hayan descansado después de esos intensos primeros días y se encuentren con muchas ganas de empezar a vivir primeras experiencias juntos. En todo momento nos mantenemos en contacto con la familia para planear nuestra sesión de fotos y fijarla, incluso habiendo nacido ya el bebé. Según las posturas que gusten más a los padres, a veces hay que esperar hasta que se caiga la pinza del ombligo del bebé puesto que se vería en la foto o el vídeo (suele ser entre los cinco y diez primeros días) así que todo cuenta.
¿Qué pasa si decidimos que queremos hacer la sesión de recién nacido más tarde? Tranquilos, siempre hay tiempo para conseguirlo. Aún durante el primer mes de vida del bebé suele dormir bastante, sólo habrá que tener en cuenta que tendremos que armarnos de un poco de más paciencia durante la sesión. Semana que pase, semana que más despierto estará. La intención de hacerlo en los primeros quince días es para recordar las posiciones prenatales que adoptan los bebés aún de forma natural. Si acudimos a la sesión después, puede ser menos natural colocar al bebé en alguna postura en concreto debido a que su propio desarrollo va en otra dirección, ser cada vez más autónomos según el ritmo de su crecimiento.
¿Empezamos a crear vuestra historia? 🙂